En las cicatrices de Frankenstein

En las cicatrices de Frankenstein

El 10 de junio se llevó a cabo una charla de manera virtual a cargo de la cátedra abierta de Filosofía de la Universidad del Azuay.

Se contó con la presencia de Álvaro Cueli, profesor de Filosofía, Lengua y Literatura, doctorando de la Universidad de Sevilla, y escritor, como invitado especial y ponente principal.

Además, se contó con la presencia de Diego Jadán, docente de la Universidad del Azuay que sirvió como moderador.

Cueli dividió dicha charla en dos partes para poder tratar al comienzo sobre la aproximación a los límites entre la filosofía, la literatura y el espacio poético, y posteriormente presentar algunos libros y obras en lo que lo filosófico, lo literario y lo poético se encuentran.

El expositor utilizó la analogía de las cicatrices de Frankenstein debido a que, según su consideración, en el fragmento de la obra de Mary Shelley en el que el monstruo se pregunta qué y por qué es, se refleja esa aproximación.

Los fragmentos de la piel de Frankenstein son para Cueli la literatura que surge en los hombres a partir de la experiencia, del contar historias, son trozos de piel en ese instante de creación poética que componen el cuerpo por medio de la cicatriz.

Sin embargo, cuando el monstruo adquiere vida desea ser humano como su creador y alcanzar su esencia y sabiduría, es entonces cuando esa piel cosida se transforma en filosofía, pero al no lograr su propósito, esa literatura que vive en él a través de sus cicatrices lo rebelan contra su creador.

Siguiendo esa línea de pensamiento, Cueli explicó que entonces se puede destacar a la novela como el mayor artefacto creado por el escritor para convertirse en un dios y convertir así a la filosofía en sabiduría.

Además, recalcó la importancia de la musicalidad del texto poético ya que dicha musicalidad marca su esencia como texto literario y lo diferencia de otros textos técnicos o científicos; también definió a la cicatriz como ese instante de inmanencia compartido por el texto poético y filosófico, es decir, que van unidos de forma inseparable a su esencia a pesar de que se los pueda distinguir racionalmente.

“La filosofía que siempre soñó con alcanzar las estrellas, quizás no las alcanzó más que por medio de la literatura y de la poesía que da vida al monstruo y que provoca su afán filosófico y humano, la cicatriz sigue ahí”, declaró Cueli.

Finalmente presentó cuatro obras que son fundamentales en la historia de la literatura y que unen bien esos niveles de los filosófico, literario y poético:

En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust

La divina comedia, de Dante Alighieri

El rey Lear, de William Shakespeare y

La metamorfosis, de Franz Kafka

Para Cueli, estas obras representan esa unión de los tres niveles ya que manejan teorías, sobre todo teorías de amor que son netamente literarias y las convierten en filosóficas.

 

Corresponsal UDA