Alfareras se capacitan para estar a la par con evolución del mercado

Quedan 16 artesanas alfareras que buscan mantener la tradición e introducir sus técnicas a las nuevas generaciones.
Mujeres jóvenes como Jenny Tapia, de 20 años, y otras más experimentadas como Aurora Fernández, de 60 años, participaron en los talleres de capacitación que dictó la Universidad del Azuay, en el sector de Pacchapamba, de la parroquia San Miguel de Porotos, con el fin de fortalecer la tradición alfarera de este sector del cantón Azogues.
Esta iniciativa tiene por objetivo enseñar a las artesanas a atender la demanda de un mercado en permanente evolución, que es más exigente en lo estético, sin dejar de valorar las formas tradicionales del arte que viene de generación en generación y se forja con materiales propios y técnicas ancestrales.
Clausura:
Ayer, en la comunidad de Pacchapamba, se clausuró la primera etapa de estos talleres que se desarrollaron en coordinación con el Municipio de Azogues y el Gobierno Parroquial. Las mujeres que fueron capacitadas expusieron varios objetos hechos de arcilla, tenían diferentes formas, pero se imponían las piezas utilitarias, como platos, tiestos, ollas, jarras, y otros que pueden ser utilizados en la mesa y en la cocina.
Diez mujeres de la parroquia participaron por cinco meses en los talleres; aunque al comienzo eran un poco “recelosas”, luego se mostraron confiadas y abiertas a las propuestas que trajeron los dos capacitadores de la Facultad de Diseño de la Universidad del Azuay: José Sanmartín y Carlos Pesántez.
El docente José Sanmartín, indicó que de las 10 alfareras, todas mujeres muy hábiles, 3 eran niñas, lo que les dejó ver que había interés por aprender este oficio artesanal, que hace 3 años, sólo tenía a 6 mujeres dedicadas al mismo, mientras que hoy son 16 artesanas.
El aporte de la academia ayuda a las alfareras a tener una visión mucho más abierta hacia la riqueza de la artesanía que mantienen, y les hace ver todo el potencial que tienen para desarrollar nuevas propuestas para aplicarlas en su quehacer diario.
Los talleres consistían en trabajar con las técnicas que ellas vienen desarrollando desde hace muchos años, sin intervenir ni dañar, cuidando y respetando esa artesanía. El objetivo es ayudar a buscar alternativas, como cortes y variaciones de placas para conseguir mejores elementos, más estéticos, más ricos en expresión, para que sean más apreciados.
Dentro de una segunda etapa está previsto ayudar a las artesanas a enfocarse en la comercialización, pues actualmente el más grande nicho de mercado está en la ciudad de Cuenca y hace falta buscar otras alternativas.
Ana María Durán, Delegada de la Dirección de Vinculación de la Universidad del Azuay, resaltó la labor de los docentes y estudiantes vinculados a este proyecto, así como de las artesanas que han estado empeñadas en mejorar gracias a la asistencia, e ir incorporando nuevos procesos y nuevos materiales para mejorar el arte que está en sus manos y que tradicionalmente lo vienen cumpliendo.
“Los artesanos tienen que satisfacer un mercado que permanentemente evoluciona, así como los gustos de la ciudadanía y de los turistas que también son cambiantes”, dijo.
Centro de Interpretación:
Nelson Calle, presidente del Gobierno Parroquial, informó que en la parroquia se construyeron ocho hornos que consumen menos leña y han dejado atrás la quema de las cerámicas al aire libre.
Para exponer los trabajos de las mujeres alfareras, en la comunidad funcionará un Centro de Interpretación, en la casa comunal. Actualmente se trabaja en un proyecto de rescate y de fortalecimiento turístico con la Casa de la Cultura, el CIDAP, y el Gobierno Provincial del Cañar.