“Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden”

“Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden”

A ya casi cien años de la reforma universitaria protagonizada por los estudiantes argentinos en junio de 1918, el Simposio Permanente de la Universidad del Azuay se reunió para reflexionar sobre la Universidad en la actualidad, su autonomía, la participación estudiantil, y el estado de la educación después de la reforma universitaria.

Para comprender el contexto del simposio es necesario ubicarnos un siglo atrás, cuando la educación universitaria en Latinoamérica era reservada para la burguesía, y controlada por grupos monásticos. En aquella época los estudiantes eran totalmente apartados del ámbito universitario, los directivos eran vitalicios y la educación dogmática.

De entre todas las limitaciones, el espíritu reformista de un grupo de estudiantes que anhelaban una nueva educación y un cambio radical en las relaciones entre estudiantes y profesores, hizo que se planteara una nueva forma de ver a la educación y de rescatarla desde lo más profundo de sus raíces.

Luego de haber participado en revueltas en contra de una supuesta alteración de resultados para la elección de representantes universitarios, los estudiantes publican el Manifiesto Liminar de la Federación Universitaria de Córdoba, en él que expresan su crítica a la ausencia de democratización, a la mediocridad de la enseñanza, y a la pérdida del sentido propio de la educación: El amor por enseñar.

Después de ser publicado y hasta hoy en día, la reforma universitaria tuvo un papel trascendental en la evolución de la educación, la cual llevó a repensar sobre el modelo educativo y, además, a reubicar el rol estudiantil en la universidad.

Hoy, luego de cien años, se analizan los cambios que aportó la reforma, así como los retrocesos que se han experimentado. Así y con el objetivo de generar una conversación partiendo desde el manifiesto, se dio inicio al simposio.

Francisco Salgado, Rector de la Universidad del Azuay, comentó sobre el nuevo contexto al que se enfrenta la universidad moderna: “La Universidad necesita abrirse y flexibilizar sus cátedras ya que actualmente estamos en otro contexto… El peligro es que estamos olvidando que estamos aquí para el aprendizaje, pues los profesores no debemos estar anclados solamente a las cátedras”.

Seguidamente Carlos Rojas Reyes, filósofo y profesor honorario de la universidad, se refirió al planteamiento de la reforma universitaria sobre la autonomía. Mencionó que la batalla por ésta sigue siendo una lucha constante, ya que paradójicamente no existe total independencia del Estado.

De la misma manera, Rojas reflexionó sobre el papel del estudiante en la actualidad, pues si bien antes con la reforma universitaria se proponía que el estudiante también sea partícipe activo de la universidad, para Rojas ese papel casi ha desaparecido por completo:

“No existe en Ecuador un movimiento estudiantil que piense en nuevas reformas universitarias y reflexione sobre nuevas propuestas”. También dialogó sobre la necesidad del estudiante de reflexionar fuera del marco institucional y reflexionar sobre la universidad en sí.

El diálogo se extendió con estudiantes quienes expresaron la preocupación sobre la progresiva pérdida crítica de los alumnos, el estado de los representantes estudiantiles y la ironía de la comunidad estudiantil actual, que presta más atención a las agendas que a la educación.

El Simposio Permanente continuará con dos sesiones más entre el mes de mayo y junio para seguir generando discusión y reflexión sobre la comunidad universitaria.