A medida que un ciclo académico llega a su fin, los estudiantes suelen enfrentarse a una mezcla de emociones: cansancio, estrés, presión por las calificaciones y, al mismo tiempo, la ilusión de finalizar con éxito. Muchos creen que las últimas semanas son solo para estudiar, pero la realidad es que el cierre del período es un proceso estratégico que puede ser más organizado y menos abrumador.
Lo primero es tener claridad de prioridades. En esta etapa, no todos los trabajos o evaluaciones tienen el mismo peso. Elaborar una lista con las fechas de entrega, porcentaje de cada actividad y materias más complicadas ayuda a distribuir el esfuerzo. Un horario semanal, aunque parezca básico, evita improvisar y sentir que “el tiempo no me alcanza”. No se trata de estudiar más horas, sino de hacerlo a conciencia.
Otro punto imprescindible es establecer metas realistas. A veces se busca recuperar todo en pocos días o aprender meses de contenido en una sola noche para “salvar” alguna materia. Esto termina afectando la memoria, la concentración y la salud. Es recomendable hacer repasos cortos pero constantes, usar resúmenes, mapas mentales o cuestionarios. Incluso explicar un tema en voz alta, ya sea con amigos o para uno mismo, es una técnica efectiva para comprobar si realmente se ha entendido.
Durante los exámenes, la concentración juega un papel clave. Para mejorarla, se pueden aplicar pequeños hábitos: estudiar en espacios ordenados, silenciar notificaciones y usar el celular solo para tareas académicas. Aunque parezca contradictorio, también es importante descansar. Dormir bien influye directamente en la memoria y en la capacidad de resolver problemas. No sirve de nada pasar la noche despierto si al día siguiente la mente está agotada.
El cierre de un ciclo académico también invita a usar herramientas tecnológicas con responsabilidad. La inteligencia artificial puede ayudar a organizar información, generar preguntas de práctica, explicar conceptos o crear recordatorios, pero no debe reemplazar el aprendizaje.
Finalmente, es importante cuidar el bienestar emocional. Respirar, hacer pausas activas y compartir el proceso con compañeros puede aliviar la presión. Pedir ayuda a un profesor cuando algo no se entiende no es señal de debilidad, sino de compromiso. La meta no es solo aprobar, sino aprender y cerrar el ciclo con la tranquilidad de haber dado lo mejor.
Con organización, descanso y responsabilidad digital, el fin del período académico se convierte en una oportunidad para demostrar todo lo aprendido.
