Marginalia Nº 3 - Abril de 2002

ORGANO DE DIFUSIÓN DE LA ACADEMIA IBEROAMERICA DE POESIA,
Entrevista
Rodrigo Pesántez Rodas
"Solo comunicándonos los adentros podemos equilibrarnos los afueras"
Profesor de Literatura en la Universidad de Guayaquil, reparte su tiempo entre la cátedra, la crítica literaria y la creación poética. Con un buen sustento teórico, sutileza e imparcialidad, lleva a cabo una interesante labor de rescate, sistematización y difusión de la poesía ecuatoriana, dentro y fuera del país. Como poeta, su escritura es visceral, altiva, sin concesiones; pero no exenta de ternura y nostalgia. Pesántez Rodas es uno de nuestros grandes sonetistas. A continuación, esta rápida entrevista.
MARGINALIA: ¿Se justifica la tarea poética en una sociedad inmediatista y utilitaria como la que vivimos?
RPR: La poesía como actividad no existe. La función poética en cambio está presente en todos los órdenes de la vida. La expresión del asombro a través de la palabra justifica el derecho del poeta a revertir las circunstancias utilitaristas en valores permanentes.
MARGINALIA: La poesía, ¿es oficio de vagos, como consideran algunos?
RPR: La poesía no es oficio, de su ejercicio no se vive. Nutre, alimenta, a raja tabla se desangra en los laberintos del espíritu. Comunica vivencias, testimonia, y en ese ir y venir ensancha todas las dimensiones del receptor. Solo comunicándonos los adentros podemos equilibrarnos los afueras.
MARGINALIA: Al parecer, por un imperativo del desarrollo tecnológico, en muchas universidades se están suprimiendo las carreras humanísticas. ¿Qué futuro ve usted a los estudios literarios en la universidad?
RPR: Aunque hay una carrera desmedida hacia la deshumanización del hombre, pienso que este trance es temporal. Cuando se haga conciencia desde el hogar hasta los centros de estudios superiores de que el hombre, como decía Platón, "es hombre porque piensa", y no porque satisface únicamente sus querencias primarias, habremos iniciado un segundo renacimiento en todas las actividades del pensamiento y del arte. La Universidad (con mayúscula, pues han proliferado las de con minúscula) tiene el deber, por definición, de esquematizar y luego equilibrar las directrices profesionales con las matrices de una cultura social, pero humanística: Solo así su presencia encontrará justificación en la historia.
MARGINALIA: ¿Cómo mira usted los concursos de poesía a nivel secundario y universitario?
RPR: Estimulantes. Su orientación busca mantener latente la creatividad. Por otro lado, son el termómetro con que se puede medir hasta dónde la capacidad creativa de la juventud no se ha estereotipado.
MARGINALIA: ¿Y los talleres de poesía?
RPR: No creo en ellos. La poesía no es una artesanía.
MARGINALIA: Se ha dicho que la poesía, más que entenderla hay que sentirla. ¿Su opinión al respecto?
RPR: Las dos actividades son concomitantes dentro de toda creación artística, más aún dentro de la poesía.
MARGINALIA: ¿Seguimos viviendo "malos tiempos para la lírica", como alguna vez expresara B. Brecht?
RPR: La poesía nunca acampó en las masas; sin ser elitista, fue de minorías apropiadas de un justo medio repartido entre un grado de emotividad y una capacidad aprehensora de los misterios del lenguaje. Una correcta formación integral de los niños y los jóvenes de hoy, salvará su parcela de los embates audiovisuales, informáticos y cibernéticos en los que una sociedad de consumo nos ha atrofiado las antenas de la sensibilidad.
IDESNUDO FRENTE AL ÁNGELA
No era tiempo de asombros, de repente
tu mano se juntó a la mano mía,
y sin querer mi ocaso se vestía
de overoles de música en la frente.
De pronto el agua como si era puente,
de pronto el puente como si alegría
y una guitarra tonta al mediodía
rasguñando las cuerdas del poniente.
Un pájaro tu risa. Tu manera
de tenderte a mi sombra y mi palmera
cuando a mi hielo tu fulgor vencía.
Tu recuerdo en la puerta del olvido
y este enjambre de sueños sin sentido
me desnudan la carne todavía.
Poesía cuencana
POEMA 5.
No era un héroe,
porque los héroes tienen el alma hueca
para que soplen
los insaciables de terrible memoria,
que van pasando por lo cadáveres.
No era un santo,
porque no tenía la gracia del ser débil,
para llevar a todas horas
la roca absurda de las oraciones.
Y no era un santo
porque odiaba leer los calendarios.
No era un sabio,
porque tenía la gracia de ser fuerte,
para caer
bajo tanto tiempo de sabiduría
y levantarse con un balbuceo.
No era un redentor tampoco,
aunque había llorado mil veces sobre su arena lóbrega,
bajo un árbol cualquiera,
en una isla cualquiera,
que era la isla de su propia sangre.
No era un héroe, además,
porque temía
al tiempo verdinegro de las pátinas.
No era un sabio, además,
porque le lastimaba
que lo retraten con la lengua afuera .
No era un redentor, además,
porque le daban risa los sacrificados
por toda la podredumbre de los santos.
No era un héroe.
No era un santo.
No era un sabio.
No era un mártir...
Era un hombre y era todo.
Teodoro Vanégas Andrade
Poesía universal
LOS SOBREVIVIENTES
la carencia primordial de la esencia es el hambre perpetua
del que siempre tuvo hambre: nadie nos tiende la luz sino
el tiempo: sólo la muerte de cada día nos fue concedida
nos salvará el nervio? la pupila antes que se apague?
los bolsillos repletos de guijarros, el alma de gavetas? quién
dirá mi nombre? en qué pecho latirá otro igual al mío que fue?
los que hablan por los que callan piensan "quizás sea partir
un beso eternizado" o es el sexo la ebriedad, desganadamente
el preludio amoroso (tan viejos somos como la tierra recicIada)
quizás fetiches tontos la ceiba, la nieve, los límites perfectos
de la política y la cartografía. pero y el amor? no el perfume
sino el recuerdo de su aroma, la piel que ya no se palpa
los que sobrevivimos allí donde la piedra sentirnos
el amor como un naufragio y nos ahoga la sílaba tendida entre
e] susurrante busto a las luces y umbredades de un cuerpo intimo
y cuál es la casa, en fin, si no su palabra suave y su voz
la tibieza añorada desde el costado y el frío de un suspiro
la acuosa herida de Cristo por donde navega el verso descalzo?
Raúl Tápanez (cubano)
Poeta invitado
JORGE CARRERA ANDRADE (1903 - 1978)
Jorge Carrera Andrade nació en Quito el 18 de septiembre de 1903.
Fue uno de los poetas más importantes del siglo XX: Sus obras en poesía y prosa (ensayo) son un intento de describir la rica y exótica naturaleza del país de la mitad del mundo.
La tarea poética de Carrera Andrade fue descubrir el mundo a través de la mirada; pero esta captación visual no es una actitud superficial sino un amoroso detenerse en las cosas, estudiarlas poéticamente y comprenderlas. La mirada de Carrera Andrade observa y describe ciudades, edificios, lugares; y sobre todo comprende y describe las cosas pequeñas, los seres diminutos:
No he venido a burlarme de este mundo.
Sino a amar con pasión todos los seres.
(Vocación terrena)
En homenaje a la próxima celebración del centenario de su nacimiento presentamos un fragmento de su hermoso e iluminado poema LAS ARMAS DE LA LUZ.
LAS ARMAS DE LA LUZ
El día alzado en armas
gira a mi alrededor: oh cerco de oro
seguido por la azul caballería
del horizonte en trance de palabra
o de vocal redonda eternamente!
¡Del paladar de nubes oh bostezo
o suspiro entre rocas amarillas
y emboscados ejércitos solares!
Me entrego al sitiador esplendoroso,
prisionero de sombra sin combate,
rendido a la evidencia meridiana
omnipresente en árbol, roca, insecto,
paraíso terrestre renovado
cada día del mundo, sin la fábula,
en las cosas dispersas libremente
cuya sola presencia es un mensaje
en idioma de luz que me penetra.
La luz hace nacer todas las formas,
extranjera venida de la altura
en visita a la tierra cada aurora,
palabra de lo eterno repetida
hasta el fin de los siglos siempre virgen,
más vieja sin embargo que las piedras
o que los animales o las plantas,
Madre del universo pasajera
de planeta en planeta que, por turno,
se animan al amor de su mirada
Reseñas

TIEMPOS MAYORES
Humberto Vinueza
Quito, El Conejo, 2001
Humberto Vinueza ofrece al público lector de poesía una nueva muestra de su producción, "Tiempos Mayores", obra de madurez y decantación. Como su autor lo confiesa, "Tiempos Mayores" parte de deslindes y reconversiones. Por un lado postula, una vez más, esa manera suya de hacer poesía con los elementos más brumosos o palpitantes del acontecer cotidiano -visible herencia del "Tzantzismo", el irreverente movimiento de poesía insurgente y profundamente política de principios de los años sesenta del siglo pasado-, pero al mismo tiempo intenta, no siempre con éxito, una superación de esa factura inmediata y política.
El poeta vuelve, insistente, en su lucha verbal y metafórica contra la deshumanización que permea perversamente al mundo. Perdidas las certezas en un orden mejor al alcance de la mano, Vinueza sin embargo no pertenece a las filas de muchos desertores de la esperanza de su propia generación. Pese a las máculas en un poeta de tradición épico-objetiva, "Tiempos Mayores" se sustenta como una de las obras más logradas de Humberto Vinueza, y por supuesto, una de las más importantes y valiosas de autores ecuatorianos en los últimos años.
"Mientras dura el pedernal sonando en las esferas/ se constituye un arco de topa y pasa,/
una calzada, un arquitrabe./ Latidos se desgranan/ sobre la arcilla transgénica,/ la fecundidad del cemento,/ el calicanto propicio"
Eliécer Cárdenas.

DIGO, MUNDO ...,
Ulises Estrella
Quito, Libresa, 2001
Poesía diáfana -y, al mismo tiempo, enérgica- que, en su afán totalizador, canta las raíces históricas del país, las leyendas que lo sustentan, los sucesos y angustias del diario vivir, las propias soledades.
Hondamente humana y testimonial, la escritura de Estrella apuesta a lo mejor del ser humano, a su libre transitar por la vida, a la superación de antiguos prejuicios; es, realmente, una declaración de amor al hombre, a la ciudad, a la tierra. Así, vemos aparecer en ella, junto a símbolos nacionales y quiteños (Mariana de Jesús, las dos Manuelas, la Virgen de Quito, la Compañía ...), y viejas leyendas (Cantuña, La Giganta, la Torera ...), los constantes avatares de sus habitantes; situándose el poeta siempre del lado de los más débiles.
Lo que extrañamos en esta poesía de un distinguido ex "tzánzico" es el enfrentamiento más decidido con el lenguaje, sus posibilidades y talentos.
"Sólo asumiendo, así el dolor/ se enfrenta, la tiranía/ de la vida no pedida,/ de la ley no sentida,/ del ancho olvido / que los hombres, por costumbre, / hacen de sí mismos"
Sara Vanégas Coveña
Maritza Cino Alvear
Quito, Libresa, 2000
Luego de una interesante trayectoria en la poesía ecuatoriana -con cuatro poemarios y diversos reconocimientos a su trabajo literario-, con esta obra, Maritza nos ofrece un manojo de textos de gran intimismo; breves y lúcidas claves hacia nuevas e incógnitas realidades, buscando siempre "la palabra que se esquiva".
En esa búsqueda, entre estaciones de soledad, muerte, indiferencia, olvido y amor, se configura una suerte de autorretrato de la autora, austero y doliente.
Mas, dentro de su hermetismo característico, siguen siendo los poemas amorosos los que más seducen. Como éste, por ejemplo:
"Me condujo por fuegos telúricos/ condenó mis teorías/ a la heredad de su cuerpo.// En la voracidad de su boca/ desentrañé mis espasmos.// Vendó mi libertad/ con la ingenuidad del instinto."

INFIEL A LA SOMBRA
Maritza Cino Alvear
Quito, Libresa, 2000
Luego de una interesante trayectoria en la poesía ecuatoriana -con cuatro poemarios y diversos reconocimientos a su trabajo literario-, con esta obra, Maritza nos ofrece un manojo de textos de gran intimismo; breves y lúcidas claves hacia nuevas e incógnitas realidades, buscando siempre "la palabra que se esquiva".
En esa búsqueda, entre estaciones de soledad, muerte, indiferencia, olvido y amor, se configura una suerte de autorretrato de la autora, austero y doliente.
Mas, dentro de su hermetismo característico, siguen siendo los poemas amorosos los que más seducen. Como éste, por ejemplo:
"Me condujo por fuegos telúricos/ condenó mis teorías/ a la heredad de su cuerpo.// En la voracidad de su boca/ desentrañé mis espasmos.// Vendó mi libertad/ con la ingenuidad del instinto."
Sara Vanégas Coveña

LA CONQUISTA DEL AGUA
Xavier Oquendo Troncoso
Quito, baez.editores, 2001
Siguiendo "el camino del agua" llegamos a la palabra de este "hombre oxigenado", a su "borrachera de agua". Hermoso camino que no parece tener final. Unas veces, es cierto, lo sentimos abrupto, como incompleto, no del todo allanado; pero otras, como en la última sección del poemario, el andar (bogar) por él se vuelve una exquisita travesía, entre canto de amor y elegía, entre luces brillantes y grises sombras.
Somos testigos, en esta obra, de numerosos y efímeros paisajes -un tanto surrealistas-, de nuevas aventuras del ser y del lenguaje.
La palabra es siempre encendida y convocante, hechizante, diáfana. Fresca, juguetona, como recordándonos a cada paso la alegría de vivir, de caminar, de escribir, de ser ...
"¡Escuchad! / Es el agua amaneciendo. / Poniéndose frondosa / a los ojos del día. / Llevándose en la cruz / el aguacero de los trópicos. // ¡Escuchad! / El agua amaneció otra vez / en los oídos de los pájaros."
Sara Vanégas Coveña
Créditos
Año 2, Número 3
Abril de 2002
Brasil 3-101, Cuenca
Telefax: 818 840
e-mail: svanegas@uazuay.edu.ec
Directora:
Sara Vanégas Coveña
Colaboran en este número:
Rodrigo Pesántez Rodas, Teodoro Vanégas Andrade, Jorge Astudillo y Astudillo, Teodoro Arévalo, Nelly Peña Domínguez, Oswaldo Encalada Vásquez, Eliécer Cárdenas
Diagramación:
Katherine Ortiz Vidal
La dirección no se responsabiliza por las opiniones contenidas en los artículos firmados. Se permite la reproducción parcial o total, si se cita la fuente.
Correspondencia y colaboraciones:
casilla: 01-01-1178,
Cuenca - ECUADOR
e-mail: svanegas@uazuay.edu.ec
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